martes, 5 de julio de 2011



Ingredientes para un suicidio viviente (de esos que te matan obligándote a vivir):

- Canciones para el dolor y la nostalgia.
- Kilómetros de memoria.
- Un puñado de recuerdos (incluso los que creías olvidados).
- Un poco de necesidad espantosa de gritar y romper cosas.
- El tiempo condicional más presente que nunca.
- Presencia absoluta de las cosas que hicisteis y, lo que es peor, las que os quedaron por hacer.
- Querer estar recorriendo la Ruta 66 sin importar nada más.
- Álbumes llenos de fotos y otros que se quedan esperando esas imágenes que ya no van a llegar.
- Lágrimas revolviéndose en la garganta formando un nudo, de esos que ni los marineros son capaces de soltar.
- Un último abrazo.
- Una despedida amarga y obligada (nunca se me han dado bien ni las despedidas ni las obligaciones).


Prometo que algún día conseguiré recordar sólo los buenos momentos (sólo necesito tiempo). No será difícil: tengo miles de ellos. Hasta siempre, amiga.

15 comentarios:

Logos, vectores y viceversa 5 de julio de 2011, 13:41  

y por si hay malentendidos: NO se ha muerto xD

Pedro R. 5 de julio de 2011, 14:37  

La ruta 66 está donde nacen las lágrimas que ocasionan el nudo de cada dolor, mide tantos km. como los que hunden las raices de la nostalgia en nuestro recuerdo -real, o construido a través de las imágenes fijadas en papel, normalmente b/n, depende de nuestra edad- y termina donde ponemos su fin: nosotros, la biología, el adiós.

Cara D., te recuerdo con esa nostalgia kilométrica de un día de verano.

Alba Flores Robla 5 de julio de 2011, 15:12  

Se ha ido. :(

Uno de mis deseos es hacer la Ruta 66 :)

Miss Frenesí 5 de julio de 2011, 16:24  

Yo también odio las despedidas, suelen provocar que me ahogue en un mar de lágrimas. Y sí, a veces me gustaría poder controlar mi memoria y así borrar aquellos recuerdos del pasado que sólo me traigan dolor.
Un blog precioso, te sigo :)

Sol en las alturas 5 de julio de 2011, 16:26  

Me has hecho llorar.

Anónimo 5 de julio de 2011, 17:52  

http://true-ironic.blogspot.com/2011/01/instrucciones-para-la-operacion.html

Noelia 6 de julio de 2011, 12:20  

Grandisima entrada, no sabes lo que me alegro que hayas vuelto por aquí :)
Siempre es dificil decir adios a alguien que qieres y te importa...

Ardid 7 de julio de 2011, 0:18  

Una receta muy amarga. Bonita foto, como siempre. ;)

While 7 de julio de 2011, 11:21  

Una receta mortal :)

Raine. 8 de julio de 2011, 6:13  

Bien que me encantó esta entrada. Identificadísima, por lo que duró la lectura.

Caroline 8 de julio de 2011, 22:33  

conozco esos nudos en la garganta, qué linda eentrada

la chica de los lacasitos 9 de julio de 2011, 15:22  

yo también tengo que aprender a quedarme solo con los recuerdos buenos, pero es que es demasiado complicado... y yo demasiado torpe para ello.

Lo malo es que esos ingredientes siempre suelen estar, jodiendo.

Bea 9 de julio de 2011, 19:05  

A mí también se me ha ido. Y se supone que hay que seguir.
Sinceramente, ahora no se cómo hacerlo.

Lorena 17 de julio de 2011, 21:39  

Alejarse de alguien (o que se alejen de ti) siempre es doloroso. Pero el tiempo todo lo cura, aunque nadie puede asegurar que no queden cicatrices. Una de mis mejores amigas también se marchó lejos, y puedo asegurarte que eso demostró que nuestra amistad era auténtica: tras siete años viviendo a más de 600 kilómetros de distancia, aún seguimos sintiéndonos cerca la una de la otra.

Mucho ánimo.

un par de lacasittos 28 de julio de 2011, 14:39  

Seguro que el reencuentro será maravilloso =)