viernes, 10 de diciembre de 2010

Qué caprichosa es la mecánica del tiempo. Quité todas tus fotografías de mi habitación, cerré bajo llave en un bonito baúl de madera todos los recuerdos que pude rescatar de aquel naufragio que duró algo más de tres años (no somos imbéciles. Ambos sabemos que lo nuestro fue siempre como una ciudad devastada por un tsunami), eliminé tu número de móvil y conseguí limpiar cualquier rastro que pudiera quedar de los besos que me diste en la espalda. Ya me cuesta recordar cómo sonaba tu voz cuando me decía tequiero (empiezo a olvidarla en todas sus formas). ¿Qué puta probabilidad había de encontrarme un carrete viejo, gastado, y que al revelarlo aparezcas tú en varias de las fotos? Odio el azar. Y odio que sigamos estando imantados por ser tan sumamente opuestos. Vete de una vez, por favor.

¿Cuándo cojones va a salir el the end?



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