sábado, 4 de septiembre de 2010

Puede que dentro de no demasiado comiences a entender todas las cosas que te he querido decir a lo largo de este tiempo. Con silencios. Sin palabras. Dejando hablar a las miradas.
Puede que dentro de un tiempo sientas tanto como yo esos desvíos sanguíneos que provocas en mis venas (y sí, vale, en el corazón... pero suena tan ridículo...) cada vez que me miras.
Puede que un día decida convertirte en mi diazepan cada vez que el pulso decide cabalgar en mis sienes y el miedo me atropella sin darme tregua alguna.
Puede que un día tu teléfono deje de comunicar. Puede que un día te pares y seas capaz de aislar el resto de sonidos sólo para escuchar mi voz.
Puede que un día deje de aterrarme que tus lunares se declaren en peligro de extinción y que estas olas que tengo dentro sigan creciendo tanto que consigan ahogarme.
Puede que un día nos olvidemos de lo demás y por fin podamos bailar en la feria, hacer el amor después de la tormenta, y encontrarnos... porque ya sabes que todos necesitamos que nos encuentren.

Puede que un día por fin comprendamos que ha llegado el momento de admitir que ambos nos necesitamos.



Bienvenido, septiembre.

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