lunes, 17 de mayo de 2010

Alguien le preguntó que dónde vivía. A lo que respondió que en ninguna parte. Su mirada era vagabunda y sus pensamientos eran nómadas entre mares de asfalto.
Cuando le daban la oportunidad, contaba a desconocidos cómo un día dejó su corazón en el alféizar de la ventana para que se secara. Se había cansado de tanta lluvia. Fue de esta forma como se le puso el corazón tan rojo. También les contaba cómo, un día, llegó a querer tanto a una persona que le dolía en lo más profundo de su pecho. Y también cómo, otro día, de repente, dejó de quererle pese a que nunca había abandonado la idea de que le amaría toda la vida (le resultaba tan fácil...). Solía contar cómo cerraba los ojos cada vez que olía el incienso y cómo no podía dejar de tararear aquella absurda canción. Y cómo se imaginaba cómo serían las vidas de sus compañeros de tren y de metro. A veces contaba que quería irse con su corazóntanrojo lejos, muy lejos, donde nadie pudiera encontrarle. Por ejemplo Nueva Zelanda. Ella siempre soñaba con Nueva Zelanda.
Y en algunas ocasiones (sólo en algunas) les explicaba a los desconocidos que ella no tenía miedo de sus deseos pese a que en algún momento pudieran cumplirse y traducirse en realidad. Todos la reconocían por el sonido de sus tacones en las calles nocturnas de esa ciudad en verano.

6 comentarios:

Duna Loves 18 de mayo de 2010, 11:14  

yo también quiero un corazóntanrojo
y que todos mis deseos puedan hacerse realidad :-)

Luna Roi 18 de mayo de 2010, 13:32  

Nueva Zelanda, capital Madrid, Octubre lluvioso... Sabes, yo hacía muescas. De niña. Muescas apenas perceptibles más que por mí en la madera de la cama. Cada corazón tan rojo que me desasía el mío. Que me hacia dar vueltas de desvelo entre las sábanas. terminé por entenderme. Ahora no hay muescas, aunque los desvelos continúan. Me desnudo (la realidad me sorprenderá con el culo al aire). Me quiero. Y duermo. ¡Cuántos corazones!

marta 18 de mayo de 2010, 15:46  

Pasatiempo agradable el de imaginar la vida de los desconocidos. Sin duda alguna.
Adoro el sonido de los tacones al caminar.
Un beso MUYGRANDE :)

Clow Ceridwen 18 de mayo de 2010, 16:00  

Me recuerda mucho a mi... :P

pero yo sueño con japon!

Diario de nuestros pensamientos 18 de mayo de 2010, 22:42  

me recuerda a "los amantes del circulo polar"

Logos, vectores y viceversa 18 de mayo de 2010, 22:51  

claro, ella es Ana ;) (de ahí que lo de "tanrojo" esté en cursiva)