miércoles, 14 de abril de 2010


Aquellos fueron los días en los que lo extraño se coló en lo cotidiano. Porque con él el mar se ve de otra forma. Y es increíble enseñarle a un madrileño que en Madrid también brillan las estrellas (y casi tocarlas). Él es una buena forma de escapar de la rutina e imaginar que cada día puede ser una nueva película. Sin saber muy bien cómo ni por qué, él se convirtió en uno de mis rincones favoritos de aquella ciudad. Él es la mejor manera de llegar a Barajas y coger el primer avión hacia ningún lugar. Para simplemente cerrar los ojos y soñar. Y pensar que cualquier cosa es posible. Sólo hay que desearlo. Él fue mi kit-kat, mi noche tras las luces, y mi "salta va-lien-te". Él es todas las películas que se pueden ver en diciembre, en enero y en abril. Él colectiviza emociones. Él no es azul. Él es cualquier color. Él es mi fiel pensamiento de que aún existe alguien con el que contaré relámpagos en noches de verano.

Él se llama Alberto. Él es un buen amigo, un buen recuerdo y un buen punto suspensivo.

1 comentarios:

Duna Loves 15 de abril de 2010, 19:02  

Cualquier cosa es posible después de los puntos suspensivos :-)