martes, 15 de diciembre de 2009
Caminamos por calles heladas y descubro, sin asombro, que tenías razón. La primavera nos necesita. Y nos busca. Como te busco en cada sonrisa, en cada bostezo y en cada cosquillas.
Y sólo quien busca encuentra. De repente veo que hay más de 600 kilómetros entre tu cama y la mía. Pero por una vez (y sin que sirva de precedente) me regalaste un esta vez llegaste a tiempo. Y aunque parezca imposible, siento que lo más urgente de tus días era mi vida. Protagonista incesante de vaivenes de metro.
Y seguiré sin regalarte la tierra prometida. Sin embargo, te llenaré los bolsillos de arena y una canción del señor García que nos enseñó que las dunas cambian con el paso del viento. Un paisaje nuevo cada día. Porque la vida debería tener una cláusula que nos asegurara que cada día tendrá, al menos, una nueva sorpresa.
No, no es demasiado tarde para soñar.
7 comentarios:
¡Que dificil es hacer rimar nuestro pensamiento con la palabra! Luego, venga y venga a tachar versos...
Siempre hay que vivir soñando porque en los sueños guardamos la esperanza.
Me encanta la forma en la que escribes. Muy dulce...
He llegado por aqui, y me ha encantado esta entrada, porque me siento meramente identificada con el que siempre busco sorpresas, y cuando no las hay, me las invento. Ojala hubiese esa clausula de la que hablas! Me gusta tu blog :)
Siempre he dicho que los sueños son para quienes saben perseguirlos.
A veces también encuentras aunque no estés buscando nada. Así, de sopetón.
miau
en
trineo
amarillo
Te leo y no has perdido (ni perderás) ni un ápice de tu encanto y tu tacto al escribir pura prosa en cada historia.
Te sigo siguiendo. Un besito! ^^
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