jueves, 28 de mayo de 2009
Me preguntas si te he querido alguna vez. Y mi silencio se anuda entre tus dientes. Pero sí, sí te quise. Comencé a comprender que te quería cuando me dijiste que ya no me necesitabas en tu vida. Las caricias nocturnas, los besos a destiempo, las risas contenidas, los susurros en el cine... aquello era la calma que precedía a la tormenta.
Sigo siendo esa cometa que intenta escaparse de tus manos, que se deja llevar por el viento. Yo no he nacido para estar atada a nadie. Al igual que un pájaro nunca debería estar en una jaula o un pez en una pecera.
Aquí me veo en este rincón, volviéndome a inventar. Y aunque ya no estés conmigo ni yo contigo, sé que no caminaré sola porque tu voz se ha convertido en lluvia que contesta a mis pensamientos cada vez que chocan contra los charcos.
¿Me invitas a un café? Caliente... y sin azúcar.
8 comentarios:
bonita
Ellos siemrpe estarán juntos, aunque les separen kilómetros, segundos, y otrs labios...
Yo te invito a un café si quieres, con azúcar mejor, para endulzar la tormenta que cayó después de esos momentos. Y si quieres dibujamos pitufos rosas en servilletas, o en la taza del café, para que no se borre nunca.
Un beso :)
Yo a veces pienso si de verdad vale la pena amar y dar el corazón al cien por cien cuando siempre hay el cien por cien de probabilidades de que te lo rompan. Aunque, quizás, si valga la pena; por esos recuerdos de azúcar.
Un muás, octubre :)
Y sin aliento.
;)
Siempre. Sin aliento.
(8) Yo digo que
el tiempo borra
la huella
de una mirada.
Mi zamba dice:
no hay huella
que dure más
en el alma.(8)
Yo le invitaría a un café.
Para compartir unas cuantas historias hasta que el sol se ponga. Entonces, podríamos pasar a una cena.
Sería divertido = )
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