viernes, 21 de enero de 2011

Sabía que el naufragio estaba a punto de producirse. Tal vez por eso hizo ejercicios de memoria para cuando sólo quedaran los restos de los versos sin rima y los dibujos en los márgenes que un día fueron. Grabó en sus retinas cada poro de su piel, cada esquina de su geografía, los milímetros que medían las sombras de sus pestañas. Cada estrella, cada planeta, cada satélite que formaba su sistema. Podría haberlo dibujado en todas sus formas. Sentado, de pie, de frente, de espalda, dormido, despierto, en un bostezo, con un tequiero escapando de su boca. Él era la lluvia. Y sus ojos eran del color de la hierba después del gran diluvio. Sólo le faltaba encontrar la referencia exacta de ese verde para poder pintar su mundo de ese color cada vez que necesitara volver al recuerdo. Y ella no era de las que se rendía fácilmente.

9 comentarios:

Unknown 21 de enero de 2011, 4:52  

Es el recuento de cosas importantes más bonito que he leído de un próximo náufrago, a menos que este tan solo haya sido en el sentido figurado.

Genial. Simétrico :)

Javier Divisa 21 de enero de 2011, 11:40  

Genial, tienes talento

Nacho Sánchez 21 de enero de 2011, 16:30  

A veces intentamos buscar un color que sólo nosotros conocemos

Anónimo 21 de enero de 2011, 16:59  

..el verde...

Fenómeno, dentro de nosotros siempre está aquello que no encontramos, si hay que naufragar para ello,... me pido primer...

Besos verdes...

DANI 21 de enero de 2011, 17:37  

El mundo es de color esperanza ;)

Besos bonitos

M 21 de enero de 2011, 18:54  

tienes un regalito en mi blog, muak^^

Calamidad. 22 de enero de 2011, 22:42  

Los naufragos tienen ese aire tan brillante... Supongo que no se puede dejar de ser brillante antes de la muerte.
Precioso texto : )

Anónimo 22 de enero de 2011, 22:53  

¡Eres muy grande!
Soy nueva en esto de los blogs, pero llevo siguiendo el tuyo durante mucho tiempo : ) Sigue asi por que tus textos son únicos !!!! Un besito

Dara 23 de enero de 2011, 8:43  

espero que le quedara un resquicio de él sin aprender, aparte del tono de verde. ya sabes, por eso de la sorpresa y tal.


(le dejo galletas
a tu chica aviadora,
para que se las
desayune)