domingo, 6 de junio de 2010


Y de repente me olvidé. Me olvidé de tu sonrisa de bicarbonato y de tu risa acompasada. Me olvidé de tus ojos de chocolate amargo y de las líneas de tus manos. Me olvidé de la forma que tenías de buscarme entre los reflejos de los bares. Me olvidé de los besos que me diste y de los que se llevó el viento. Me olvidé de lo espontáneo de tu persona y del pretérito imperfecto. Me olvidé de tu cara de niño bueno y de tu modo canalla. Me olvidé de los paisajes que vimos y de las camas que habitamos. Me olvidé de las letras que te escribí y de las pasiones que me tatuaste. Me olvidé de cómo cazábamos imposibles haciéndolos realidad y de cómo llenabas de felicidad efervescente mi cofre cardiovascular. Me olvidé de que un día te quise siempre.

Y de repente me olvidé...

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