jueves, 22 de octubre de 2009

Tenía la mirada fija en su Coca-Cola matutina. Aún quedaban quince minutos para entrar a trabajar. La chica de vaqueros anchos y camiseta rosa que estaba a su lado pidió un café con leche. Con leche desnatada. Esto le llamó la atención y desvió la mirada de la Coca-Cola para ver su larga melena y su inmensa sonrisa.
Desde ese instante, la chica que pidió un café con leche desnatada se convirtió en algo similar a la Coca-Cola matutina o a su libro antes de ir a dormir: imprescindible.

9 comentarios:

inmensosvacios 22 de octubre de 2009, 22:03  

Pues un café con leche desnatada, por favor.

:)

Anónimo 22 de octubre de 2009, 22:08  

Inseparables. Imprescindibles.

:)

Diario de nuestros pensamientos 22 de octubre de 2009, 22:45  

me gusta masla coca cola q el cafe....

Para mi el sol, es imprescindible

Ignacio J. Rivas 23 de octubre de 2009, 11:21  

Todos tenemos detalles imprescindibles....

Pedro R. 23 de octubre de 2009, 11:26  

Al menos no era descafeinado. Ni light la Cocacola. Vamos dejándonos las esencias por los rincones...

JotaEfe 23 de octubre de 2009, 14:27  

Vaya, pues espero que lo sigan siendo si es para bien. Saludos.

marta 23 de octubre de 2009, 16:51  

La coca-cola se enamoró de la leche condensada.
Un beso MUYGRANDE :)

Luna Roi 23 de octubre de 2009, 23:34  

La chica y la chica, ¿sin ninguna cola?
Me mola...

Luna

Dara 25 de octubre de 2009, 21:51  

Y es que para Martina, las cosas imprescindibles eran las menos pensadas.


¡miau!