martes, 5 de octubre de 2010



Pierdo mi corona porque, aunque no lo sepas, nunca he querido ser princesa. Y estos ojos de viernes eternos quieren encontrarse con los tuyos. Porque para mí nunca ha habido mayor castillo que el hueco que tienes entre tus costillas. Y vuelo, no paro de volar, aunque estas agujetas en las alas a veces me impida soñar (contigo).

Háblame, háblame de cualquier cosa. Del tiempo que se nos escapa, del otoño que ha llegado en el momento justo, de tu dulzura que me amarga o de cómo incendiamos aquel banco del parque con un par de besos. Ya no quiero más poesía. Sólo quiero la fuerza de un susurro, sin rima asonante.

0 comentarios: